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Amor, Enamorado

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No importa cuánto pase el tiempo, ni importa el tiempo que pase, porque no me importa el tiempo ni lo que pase.

Pero pasó, hace tiempo, tanto que lo he olvidado, que un corazón se enamoró como se enamoran los corazones cuando el tiempo no acompaña a enamorarse. Porque eso pasa, que no importa el tiempo dentro del corazón.

Él no era un guerrero sino un herrero que tallaba las más bellas figuras, no eran espadas ni armas letales, sino piezas hermosas de plata, oro y otros metales que la gente compraba para adornar sus salones.

Ella no era una bella dama, sólo una muchacha que de cuando en cuando se dejaba ver por la playa. Y ahí coincidían los dos, porque los dos eran jóvenes y el tiempo los juntó.

No se supo si fue el viento que a ella la empujó al mar, donde bestiales criaturas habitaban y al fondo se la llevaron. De ella no se supo jamás, salvo lo que las historias contaban, de una doncella que cantaba cuando las olas se azotaban en tormenta.

Él seguía tallando pero los rostros de las figuritas siempre era el mismo, el de ella. Porque así es el corazón, que convierte en amor el anhelo de algo que se perdió.

Fue en una noche de luna nueva, que él se acercó al mar para dar una ofrenda y allí se apareció ante él una criatura horrenda, con los ojos amarillos como un fuego turbio encendido. Con sus fauces lo agarró y se lo llevó al océano. Profundo, muy profundo, y allí le mostró a la dama, ahogada en el lecho marino, que hacía tanto tiempo había amado y de su bolsillo sacó la figurita, con su rostro bello y la figura sonrió.

No se sabe cómo pero perdiendo el sentido bajo el mar, apareció en la orilla de la playa, con una dama de bronce en su mano que manaba llanto. Y al mar se hizo, con un pequeño bote, a encontrarse de nuevo con la criatura, que no era sino su amada a la que ya no podría amar.

Entonces talló en la madera un hombrecito y junto a la dama de bronce lo depósito antes de lanzarse al mar y ahogarse para con su amada juntarse.

La Chica Dragón

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Estos días he estado malilla con fiebre, dolor de garganta y blabla… el que no se ha enterado es porque no me sigue en fb o twitter porque mira que me pongo pesada cuando estoy mala, ¡odio estar mala! es tan aburrido… Pues el otro día no podía dormir y ¿qué hago yo cuándo no puedo dormir? Me cuento un cuento ^^ pero era de madrugada y no era plan encender la luz y ponerse a leer, así que hice lo mismo que hacía de pequeña (y de vez en cuando con LEDLT de mayor) me inventé mi propio cuento.

Bueno, no sé si saben que estoy leyendo Juego de Tronos y al mismo tiempo estoy viendo la serie, que ya se me adelantó al libro ¡va rapidísimo! Y tengo tres personajes favoritos, uno de ellos es Daenerys Targaryen, como no, la delicada princesa que al final sorprende a todos siendo valiente, como mi Princesa de las Flores. Pues pensando en Dany imaginé cómo podía ser de la sangre del dragón, dónde estaba el origen porque yo si no le doy mil vueltas a las cosas y no busco explicaciones razonables de todo (hasta de lo que se sale completamente de lo razonable) pues como que no me quedo tranquila.

daenerys

Vale, digamos que esta es mi teoría de los primeros Targaryen, todo empezó con una chica y un dragón.

La Chica Dragón

Sucedió hace cientos de años en un  lugar extraño un suceso extraño. Fue en un valle áspero, de tierra rojiza y aire cargado, bien protegido de males ajenos, rodeado de volcanes dormidos que muy de vez en cuando soltaban una bocanada oscura de sus pulmones de azufre. Sus habitantes andaban descalzos con callosidades en los pies, negros, quemados por el calor, y a pesar del fuego no sentían el calor, los niños allí nacidos tenían la piel dura que rara vez se rasgaba o arañaba. La gente era fuerte como escamas de dragón.

En una extraña noche, donde la luna no era más que un anillo de luz con fondo oscuro e interior oscuro, la reina dio a luz un huevo. El huevo era dorado, de dos palmos de diámetro, tenía incrustaciones de escamas plateadas y brillaba como una hermosa joya. Supieron en seguida que se trataba de un huevo de dragón, leyendas había muchas sobre aquellas criaturas pero jamás se había vuelto a ver ninguna y por respeto o por miedo fue conservado entre almohadones en una sala del castillo, pero como el suceso fue tan extraño nadie habló de él.

Pasaron algunos meses, en los que el huevo fue olvidado en aquella alejada sala a la que nadie entraba pero en un amanecer rojo como la sangre un volcán explotó y mientras los habitantes del reino sacaban agua de los pozos subterráneos para apagar la ira del fuego, empezó a arder el ala oeste del castillo, allí se encontraba el hermoso huevo dorado.

Una vez se calmó el volcán, el fuego pudo ser controlado y la reina corrió a descubrir el destino de su hermoso huevo. La habitación entera había ardido y el pasillo se había teñido de negro carbón, la reina cogió entre sus manos el huevo, que ya no era dorado sino negro, oscuro y feo, temieron la ira del dragón y que éstos volvieran pero algo extraño sucedió. La cáscara comenzó a romperse, de su interior eclosionó una niña pequeña, rubia de ojos claros con la piel tersa y fina, al ponerla en el suelo comenzó a llorar y vieron quemaduras en sus pies. No era hija del Valle de Fuego, no aguantaría el calor.

A pesar de todo, seguía siendo la niña del huevo y la hija del rey, aunque fuera desde las alturas, el trono le correspondía, así que construyeron para ella una alta torre, que sobresalía por encima del más alto volcán y allí el aire era puro y limpio.

Unos años después llegó la desgracia, el volcán volvió a explotar y esta vez lo siguieron todos los demás. El valle quedó cubierto de lava y sobresalía en medio de aquel espeso mar, una torre. La princesa lloraba: qué sería ahora de ella, quién la iba a cuidar. Para colmo de sus males, volvieron los dragones. Ella conocía las viejas historias, su madre se las había contado, eran feroces criaturas que escupían fuego por sus fauces y ningún temor tenían, pues su magia los protegía.

Pasaron varios días en los que ni siquiera salió de su cama, había sentido a un dragón posarse en su tejado y lo había visto surcar el cielo con sus alas negras. En alguna ocasión éste asomó la cabeza y rugió a la princesa pero apenas cabía ni la mitad de su boca por la ventana. Sus colmillos eran terribles, oscuros también, salvo su lengua que era violeta y los ojos de carmesí, todo el dragón era la misma noche.

En uno de esos días, la princesa apreció un patrón, el dragón volvía por las noches, gruñía por su ventana y luego se iba, cuando volvía la miraba, aparecía su gran ojo y la observaba, después se iba y desde el tejado gruñía de nuevo hasta que se dormía. Poco a poco, la princesa dejó de tenerle terror, se asomaba a la ventana e incluso le hablaba al dragón y los patrones siempre se repetían. No le hacía daño e incluso parecía que la fiera le sonreía.

Comenzó a acariciarlo, éste se dejaba acariciar y aunque había más dragones, éstos la ignoraban. El Dragón Negro les rugía y desaparecían, o trazaban círculos en el cielo, o envolvían la torre de nubes, o cantaban mirando la luna. Y fuera como fuese, comenzó a amar a los dragones y los comprendía. Se atrevió en una de esas a lanzarse al vacío y su dragón fue a su encuentro, la recogió en su espalda y surcaron el cielo. Poco a poco comenzó a descender y ella temió el fuego pero la lava estaba fría y lisa, su tacto fue suave y el único calor lo produjo el sol, a su alrededor se posaron los dragones: uno era rojo con los ojos anaranjados, otro púrpura con alas rosadas, otro era verde con reflejos amarillos, había también un dragón azul, otro plateado, un dragón dorado pero ninguno era negro. Todos inclinaron la cabeza ante ella y para su asombro, apareció un joven con el cabello oscuro como la noche.

Cientos de años atrás habían quedado desde que los dragones abandonaron el valle y el motivo había sido el nacimiento de un niño. Una fría mañana, los volcanes se habían dormido y una dragona dio a luz un niño.

daenerys dibujo

Al final me ha salido un cuento… un poco largo pero ¡me encanta! Sino me encantan mis cuentos los cambio o no ven la luz, así que más vale que me encanten. En fin, espero que a ustedes también les encante. Termino con una canción de mis queridos «Of Monsters and Men» (pondría siempre la de King and Lionheart pero no quiero que me llamen cansina).

Corazón de León

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¿Les he dicho ya que estoy enamorada de ‘Of Monsters and Men’, basándome en una de sus canciones he hecho este cuento, porque la escuchaba y pensaba en esta historia, imaginaba como un rey y su Lionheart se unían y separaban por culpa del infortunio.

Corazón de León

Hay amantes que cantan halagos a través de una lira, otros que se miran y embelesan en las alturas de un balcón y también hay amantes que, por pena o por fortuna, mueren a causa de su amor.

El verano fue angosto, la guerra había llegado, el Rey reclamaba la soberanía de las tierras del norte, donde se alzaba valiente el pueblo de los Leones. Sus cabelleras siempre ondeando al viento, sus armas afiladas, su fuerza daba terror.

Lina era la guía de aquel pueblo libre y su corazón era frío como el hielo, sus manos fuertes como ramas y su voz era más tenaz que el rugido de un león. Encabezaba la marcha, ésta sería la decisiva, pues muchos hombres habían caído ya de ambos bandos, el destino de los pueblos se decidiría en esa batalla.

Había sido una guerra de muchos años, muchos años de muerte y muchas muertes de inocentes, y quién comenzó aquella contienda.

Veinte años atrás León Borngrab, el nacido entre los rugidos de la noche, hijo del honorable Rey Meildton desertó de su posición y amenazó al Rey, su hermano menor Meildton II. Llevaba en las venas la sangre de su madre, Lenora la dama del sur, conocida en muchos reinos no sólo por su hermosura sino también por el brío de sus actos y sus palabras, defendía su condición como defendía a su pueblo.

Lina era su vivo retrato, hermosura y bravura en un mismo cuerpo, pero el corazón se hace débil si alguien consigue alcanzarlo. La compañía se estableció ante las puertas de la ciudadela, al amanecer la guardia real abriría sus puertas y atacaría al pueblo libre, comenzaría el fin de la gran guerra: morirían hombres libres y valientes o soldados nobles leales a su rey.

Por la noche, mientras todos dormían, el capitán de la guardia, hijo adoptivo del rey, se escabulló a través de la muralla hacia la playa, donde se encontraría con su amada. Recordó a aquel que desertó de su posición, el instigador de esa guerra, pero quién puede resistirse a los designios del corazón. Había sido un hijo tierno, un capitán compasivo y un soldado virtuoso, pero era también un amante en la sombra, un amante prohibido, un amante prófugo, un traidor.

Allí estaba ella, con su melena al viento, sus pies en la orilla del mar, la blanca espuma empapando los bajos de su falda rala. Vestida de doncella no parecía un guerrero, debían matarse y eso lo sabían pero de noche se amaban, sólo la luz de la luna los protegía.

Se abrazaron y entre suspiros escuchó de sus labios la trayectoria que su amor tomaría: Yo soy y el león y tú eres la distancia entre mi presa y yo. Antes de besarse, antes de separarse, antes del amanecer y la muerte, él contesto: Yo soy un Rey y tú un Corazón de León.

Salió el sol como un torrente, bañó de luz el campo de batalla y antes de que se alzara al mediodía, el pueblo libre de hombres como leones se alzó vencedor. El capitán y futuro rey murió a manos de Lina, que sería proclamada auténtica reina, heredera de Lenora, desposada con Meildton, de aquel territorio.

Pero la joven reina murió, no por envenenamiento ni tampoco por lesión, fue su corazón de león la que la llevó a su perdición. Esperó a la noche, a la última luna de su amor y bajo la protección del astro lunar se lanzó al vacío, desde un acantilado al mar.

Había matado a su amado, que era a la vez su adversario. Él sujetó su mano, clavó la daga de ella en el estómago y murió para que ella triunfara. Se unieron de la peor forma pensada, de nada sirvió la batalla pues los que serían reyes estaban ahora, en su tumba de agua salada.

Tú eres mi Rey y yo tu Corazón de León -fueron sus últimas palabras.

El secreto

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¡Hola, hola! Ya sé que tengo el blog… ¿abandonado? No, ¡ABANDONADÍSIMO! Pero tengo tantas cositas en esta cabecita loca, loca, loca con su loca realidad.

Bueno, hace algún tiempito me presenté al concurso de relatos hiperbreves (que es lo mío) Ma non troppo, y no gané, pero bonito fuera ganar en el primer concurso que me presento. Pero no hay mal que por bien no venga, y es que si presentaba el relato no podía estar publicado, y como el concurso ya terminó (Felicidades a los ganadores!! >Gran ovación<) pues ya puedo publicarlo ^^ (ay que ver, que triste mi vida que me alegro con cualquier cosa eh, que penca!) ¡Me alegra compartirlo con ustedes!

En fin, visitantes de Inopía, aquí les ofrezco con mi más sincera humildad «El secreto» que surgió tras ver (lo crean o no) el anuncio de Nina Ricci (de ahí el nombre del personaje del cuento, que me encanta!!), a esto le sumé después un estado que vi en Facebook, de una canción «Siempre quise ser gigante, rozar las nubes cuando subes y cambiar de ambiente. Notar el viento en el semblante, notarlo sonriente» ¿La canción? Ni repajolera de cuál es, pero yo me acordé del árbol del anuncio y dije «ya está! ya tengo la historia!» En el cuento está modificado pero es feo plagiar, plagiar es malo, los que plagian van al infierno, los plagios hacen llorar al niño jesús.

Pero qué tardo yo en buscarla? Naíta! Esta es (gracias google, fiel amigo): Rayden – Nunca será siempre

Uyyyys, y saben qué? ahora que la escuché creo que ya la había oído antes pero no es mi royo (ya saben, yo estoy enamorada de Of Monsters and Men). Me enrollo más que una persiana. Ya está. Sin más preámbulos. Mi último cuento: El secreto.

NinaRi y el rey árbol

El Secreto

El sol seguía saliendo por el este, el cielo era azul y el olor a petunias del parque seguía entrando por el balcón pero no, ese día no iba a ser como los demás.

            Recibió el primer mensaje hace nueve años y casi había logrado convencerse de que aquella aventura no había sido sino un sueño de la infancia pero ahí estaba, como aquella vez, un papel de plata pegado al espejo.

            Su madre se cansó de escuchar historias sobre una lechuza parlante y un mundo extraordinario donde un color era el gobernante. Ahora vivía con su padre y lo único que echaba de menos era la visión de la Torre Eiffel desde su habitación.

            Al Rey Blanco no le gustaba que le hicieran esperar así que dejó los recuerdos del pasado para otro momento y leyó la nota: “NinaRi, pequeña NinaRi, encuentra la manzana de rubí y sálvame”.

            Era increíble, dos recuerdos de Francia en un mismo día. Ahora la llamaban Nina a secas, sin esa ridícula ‘r francesa’ que le traía recuerdos de un divorcio, una madre incrédula y un sueño infantil sobre un mundo imaginario. No, no era imaginario, era real, fantástico pero real y ahora necesitaban de nuevo su ayuda.

            Dobló el papel de plata y lo metió en el bolsillo interior de su chaqueta, se colocó ante el espejo y miró su reflejo. No, si lo hacía, lo haría bien. Revolvió en su viejo baúl buscando aquel detalle tan francés que le regaló su madre antes de desaparecer durante una semana, cuando aún eran amigas.

            Se puso su boina roja y volvió frente al espejo. Tres palmaditas al corazón, tres golpes al espejo. Estaba preparada. Cerró los ojos y extendió el brazo. No había dudas, no había miedo. NinaRi regresaba a Inversa.

            Abrió los ojos, allí estaba de nuevo, puede que nadie tuviera conocimiento de aquel maravilloso lugar pero ahí, donde estaba, ella era la heroína de todos los tiempos. Alguien la saludó desde el cielo, era Pluma, una lechuza que lo sabía todo de lo que era necesario, es decir, no sabe de algo hasta que no es necesario, esa era su habilidad.

            “Bonjour, chère amie”. No había olvidado su idioma materno, su acento fue excelente. Le habría gustado hablar más con su vieja amiga pero el tiempo apremia y la luna no tardaría en esconderse. Extendió el papel de plata en el suelo, las letras se iluminaron y apareció ante ella el “Laberinto de lo Buscado”.

            Lo recordaba como un juego pero se había hecho mayor, no era momento de ponerse a jugar, tenía suerte de que Pluma la ayudara. La guiaba a un lado o a otro, hasta que al cabo de unas horas llegó al centro del laberinto. Un gran árbol blanco y un letrero “Quise ser gigante y rozar las nubes. Quise cambiar de ambiente y favor no tuve”.

            “Es el Rey Blanco, la Bruja Roja lo transformó en árbol y desde entonces, perenne, observa las estaciones” ululó Pluma en su mente. Comprendió que la manzana de rubí era el corazón del rey pero ¿dónde encontrarlo?

            Llamó a Clandestino, su caballo, su amigo, su fiel montura. Su habilidad era detener el tiempo y así fue hasta que llegaron al Monte Sincero “¡Muéstrame montaña, dónde está la manzana!”.

            Se vio a sí misma con ocho años mordiendo una manzana de Inversa: blanca la cáscara, roja la pulpa. Era ella, con un rubí por corazón, héroe y bruja a la vez, cuya alma de niña quedó atrapada en un mundo extraño que ahora quería gobernar.

            Así fue como se detuvo el tiempo en Inversa, y eso era algo que Pluma ya sabía.

[Mola la canción]