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Dolorida

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En lo alto de una montaña, cuyo pico cayó hace tiempo, detrás de un mar de nubes, donde siempre azota el viento, un pueblo pequeño se alza, no mucho más que el tiempo, bajo las inclemencias del cielo. Dolorida no siempre fue llamada así, aunque su primer nombre ya no recuerdo, pero debe su lamento a una historia confusa.
Eran tiempos de dragones y el pueblo aguantaba el fuego gracias a una gran torre de roca gris y fuerte, que como una atalaya se alzaba en la montaña y cubría al pueblo de cualquier tormenta y tormento. Se hizo el más famoso, parecía que nunca caería, sus comercios siempre llenos y sus caminos cubiertos, propiciaban el ir y venir de viajeros.
No se sabe si fue el viento o el simple pasar del tiempo, unos cuentan que una bestia de fauces enormes que sopló, pero lo cierto es que la gran atalaya cayó, Dolorida quedó al descubierto, pues pronto se le pondría ese nombre a un pueblo que en decadencia quedó cuando dragones, ladrones y tormentas a cientos comenzaron a azotar la grandeza de aquel lugar, convirtiéndolo en lo que ahora conocemos.
Por eso se oculta la gente, en sus pequeñas ruinosas casas, ya no pasan los viajeros, como paseaban antes por sus calles. Ahora el pueblo menguante, cubre la llana tapa de una montaña llana, sin pico y con una historia decepcionante.

dolorida

El secreto

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¡Hola, hola! Ya sé que tengo el blog… ¿abandonado? No, ¡ABANDONADÍSIMO! Pero tengo tantas cositas en esta cabecita loca, loca, loca con su loca realidad.

Bueno, hace algún tiempito me presenté al concurso de relatos hiperbreves (que es lo mío) Ma non troppo, y no gané, pero bonito fuera ganar en el primer concurso que me presento. Pero no hay mal que por bien no venga, y es que si presentaba el relato no podía estar publicado, y como el concurso ya terminó (Felicidades a los ganadores!! >Gran ovación<) pues ya puedo publicarlo ^^ (ay que ver, que triste mi vida que me alegro con cualquier cosa eh, que penca!) ¡Me alegra compartirlo con ustedes!

En fin, visitantes de Inopía, aquí les ofrezco con mi más sincera humildad «El secreto» que surgió tras ver (lo crean o no) el anuncio de Nina Ricci (de ahí el nombre del personaje del cuento, que me encanta!!), a esto le sumé después un estado que vi en Facebook, de una canción «Siempre quise ser gigante, rozar las nubes cuando subes y cambiar de ambiente. Notar el viento en el semblante, notarlo sonriente» ¿La canción? Ni repajolera de cuál es, pero yo me acordé del árbol del anuncio y dije «ya está! ya tengo la historia!» En el cuento está modificado pero es feo plagiar, plagiar es malo, los que plagian van al infierno, los plagios hacen llorar al niño jesús.

Pero qué tardo yo en buscarla? Naíta! Esta es (gracias google, fiel amigo): Rayden – Nunca será siempre

Uyyyys, y saben qué? ahora que la escuché creo que ya la había oído antes pero no es mi royo (ya saben, yo estoy enamorada de Of Monsters and Men). Me enrollo más que una persiana. Ya está. Sin más preámbulos. Mi último cuento: El secreto.

NinaRi y el rey árbol

El Secreto

El sol seguía saliendo por el este, el cielo era azul y el olor a petunias del parque seguía entrando por el balcón pero no, ese día no iba a ser como los demás.

            Recibió el primer mensaje hace nueve años y casi había logrado convencerse de que aquella aventura no había sido sino un sueño de la infancia pero ahí estaba, como aquella vez, un papel de plata pegado al espejo.

            Su madre se cansó de escuchar historias sobre una lechuza parlante y un mundo extraordinario donde un color era el gobernante. Ahora vivía con su padre y lo único que echaba de menos era la visión de la Torre Eiffel desde su habitación.

            Al Rey Blanco no le gustaba que le hicieran esperar así que dejó los recuerdos del pasado para otro momento y leyó la nota: “NinaRi, pequeña NinaRi, encuentra la manzana de rubí y sálvame”.

            Era increíble, dos recuerdos de Francia en un mismo día. Ahora la llamaban Nina a secas, sin esa ridícula ‘r francesa’ que le traía recuerdos de un divorcio, una madre incrédula y un sueño infantil sobre un mundo imaginario. No, no era imaginario, era real, fantástico pero real y ahora necesitaban de nuevo su ayuda.

            Dobló el papel de plata y lo metió en el bolsillo interior de su chaqueta, se colocó ante el espejo y miró su reflejo. No, si lo hacía, lo haría bien. Revolvió en su viejo baúl buscando aquel detalle tan francés que le regaló su madre antes de desaparecer durante una semana, cuando aún eran amigas.

            Se puso su boina roja y volvió frente al espejo. Tres palmaditas al corazón, tres golpes al espejo. Estaba preparada. Cerró los ojos y extendió el brazo. No había dudas, no había miedo. NinaRi regresaba a Inversa.

            Abrió los ojos, allí estaba de nuevo, puede que nadie tuviera conocimiento de aquel maravilloso lugar pero ahí, donde estaba, ella era la heroína de todos los tiempos. Alguien la saludó desde el cielo, era Pluma, una lechuza que lo sabía todo de lo que era necesario, es decir, no sabe de algo hasta que no es necesario, esa era su habilidad.

            “Bonjour, chère amie”. No había olvidado su idioma materno, su acento fue excelente. Le habría gustado hablar más con su vieja amiga pero el tiempo apremia y la luna no tardaría en esconderse. Extendió el papel de plata en el suelo, las letras se iluminaron y apareció ante ella el “Laberinto de lo Buscado”.

            Lo recordaba como un juego pero se había hecho mayor, no era momento de ponerse a jugar, tenía suerte de que Pluma la ayudara. La guiaba a un lado o a otro, hasta que al cabo de unas horas llegó al centro del laberinto. Un gran árbol blanco y un letrero “Quise ser gigante y rozar las nubes. Quise cambiar de ambiente y favor no tuve”.

            “Es el Rey Blanco, la Bruja Roja lo transformó en árbol y desde entonces, perenne, observa las estaciones” ululó Pluma en su mente. Comprendió que la manzana de rubí era el corazón del rey pero ¿dónde encontrarlo?

            Llamó a Clandestino, su caballo, su amigo, su fiel montura. Su habilidad era detener el tiempo y así fue hasta que llegaron al Monte Sincero “¡Muéstrame montaña, dónde está la manzana!”.

            Se vio a sí misma con ocho años mordiendo una manzana de Inversa: blanca la cáscara, roja la pulpa. Era ella, con un rubí por corazón, héroe y bruja a la vez, cuya alma de niña quedó atrapada en un mundo extraño que ahora quería gobernar.

            Así fue como se detuvo el tiempo en Inversa, y eso era algo que Pluma ya sabía.

[Mola la canción]

Disfrutar la vida

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Ya es el último día de este año tan espectacular, que ha tenido momentos malos y momentos buenos, pero yo prefiero quedarme con los buenos porque así la vida se vive más feliz 🙂

El momento que más destaco de este año es que ya terminé la carrera, ya soy una señorita diplomada en magisterio infantil, y aún recuerdo cuando tenía 17 años y terminaba bachillerato, pensando que jamás llegaría a eso y ahora: ¡ESTOY DIPLOMADA!

Quiero dar las gracias a todas las personas que me han acompañado en el trayecto de mi vida, a los que han llegado, a los que se han ido, a los que han vuelto… Esto parece el anuncio de coca-cola. También doy las gracias a todos los que visitan cada día mi blog, son los que hacen que escribir tenga sentido.

Como no se me dan muy bien las cartas, les dejo aquí un cuentito de los míos como regalo, a ver qué les parece:

mujeraguila

El águila de Poniente

En las tierras de las altas montañas y picos nevados, en esos lugares donde la niebla se extiende como un gran mar y el viento la mece como mece las olas, en una zona donde el hombre y las especies convivían y sobrevivían, habitaba en un poblado Kayla, una joven de tez morena y cabellos oscuros como la noche pero con ojos grises brillantes como la luz en la nieve.

Kayla era grácil como una pluma e inteligente como su abuelo, el sabio Leknlos, muerto hace tiempo, y sería dentro de poco, la guía de su tribu, pues así lo habían decidido los espíritus de las montañas.

Estos espíritus no eran como otros, que se comunicaban a través de huesos, sangre u otros artilugios. Los espíritus se comunicaban de forma directa con los sabios, siguiendo el camino que su animal guía le marcaba. Su abuelo siempre le decía a Kayla: -Tu guía será el águila, lo verás Kayla, verás cómo llegará a través de las nubes.

Pero Kayla no lo creía, sabía que las águilas habían abandonado ese inhóspito lugar hacía tiempo, hacía años, antes incluso de que Leknlos naciera. Le preocupaba no ser una buena guía para su gente, no ser tan sabia como su abuelo.

Por fin llegó la luna nueva, la oscuridad más absoluta y comenzó la búsqueda de su espíritu guía. Buscó lagartijas, lobos, íbices, halcones… Ningún ser viviente salvo ella parecía estar vivo en el mundo. Todo era silencio, oscuridad, soledad. Pasaban las horas y su preocupación aumentaba. No encontraría un águila, de eso estaba segura, pero tenía que seguir intentándolo aunque ya no le quedaran fuerzas.

Pasaron siete días, en los que descubrió hermosas grutas de hielo, lagos congelados parecidos a enormes espejos del cielo, nuevos horizontes por los que el sol se escurría cada atardecer. Pero ningún animal salió a su paso, mucho menos un águila.

Kayla estaba desesperada, pronto la luna volvería a ser completa y tendría que volver al poblado. Sin un guía el poblado estaría perdido, significaría que los espíritus les habían abandonado. Sin la protección de los espíritus, se podían dar por muertos, no es fácil sobrevivir en un lugar donde el frío cala los huesos y la humedad enfría las prendas, un lugar donde escasea el alimento y el fuego, donde el sol no es sino una esfera brillante cuyo reflejo en la nieve les ciega al bajar la vista a un frío y blanco suelo.

No dejaría que eso ocurriera, los espíritus no les habían abandonado, solo la estaban retando mental y físicamente, así demostraría que sería una buena guía. Así lo creía ella.

Pasó la noche en una cueva abandonada por algún oso ¿habían abandonado aquellas tierras también los osos? Carne de íbice, caldo de íbice, íbice tostado a la piedra… Cansada del mismo alimento y ahora lo echaba de menos. Tenía hambre ¿cuántos días llevaba sin comer? Había perdido la cuenta.

Se quedó dormida pensando en el calor de su cabaña mientras se tapaba los pies con su manta de piel. No encontró madera y por lo tanto, no habría fuego esa noche. El sol entró como un torrente a través del hueco en aquella escabrosa montaña, Kayla despertó sobresaltada, cegada por la luz mañanera del sol que parecía que le gritaba desde fuera: ¡despierta, despierta, despierta!

Enrolló la estela de piel y la metió en su mochila. Estaba enfadada por no haber comido, por haber pasado frío, por no encontrar a su animal guía, por el sol que la despertó… habría preferido seguir durmiendo, dormir y no despertar nunca. En una semana tendría que volver a su poblado y contarles que no sería la guía, no habría guía.

Se colocó en la entrada de la cueva para estirar sus músculos antes de comenzar a andar, inclinó la cabeza hacia atrás y estiró los brazos, y en el techo de la cueva vio el reflejo de una luz, del tamaño de su puño. Se giró rápidamente, pues su curiosidad quería que buscara aquel hueco en la pared. Se adentró en la cueva, cada vez más profunda, cada vez más estrecha.

Había humedad allí dentro, las estalactitas goteaban agua fresca. Llenó su odre con aquel agua tan pura. Siguió adentrándose y una hora después consiguió descubrir a lo lejos el otro lado de la cueva, y una tenue luna creciente que desaparecía en la mañana.

Salió de la montaña y descubrió una próvida llanura de verde hierba. El aire olía a fresco. El aire era cálido. El aire era una suave manta que la rodeaba de vida, calor y aromas nuevos. Estaba muy lejos de su poblado, se dio cuenta que durante la noche, caminando sin rumbo, se había dirigido muy al sur, al otro lado de las montañas nevadas.

Escuchó un chillido nuevo para ella, pero que ya había oído en sus sueños. Aquello no era un sueño, era real y tenía que descubrir quién era el autor de aquel sonido. Se alejó de las montañas, se quitó sus botas de piel y corrió descalza sobre la hierba, la sensación era placentera.

Una sombra tapó momentáneamente el sol, una y otra vez, y escuchó de nuevo el chillido a lo lejos. Miró al cielo, ya era mediodía. Bajó la vista, cegada por la lumbre natural. Escuchó de nuevo el chillido detrás de ella. Se giró. Era un águila.

Un hermoso águila surcaba el cielo con total naturalidad, llevado por las corrientes de aire. Era real. Era su guía.

Una voz atravesó su mente y se hizo parte de ella instantáneamente, como si hubiesen nacido en el mismo cuerpo, unidos desde siempre. El águila le habló de sus tierras, de cómo las águilas y otras criaturas las habían abandonado para vivir en las perennes llanuras y que el hombre debía seguir el mismo camino.

Y desde lo alto, el águila guió a Kayla a reencontrarse con su pueblo, y como sabia, como guía, como su jefa, los guió a las nuevas tierras. Una tierra próspera donde proliferaron y demostraron su confianza a los espíritus.

Así había sido siempre y así seguiría siendo.

FIN

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En fin, espero que les haya gustado, ya hacía tiempo que no inventaba ningún cuento así que me alegro de no haber perdido la práctica. Deseo a cualquiera que lea esto (y a los que no lo lean también) un año nuevo lleno de aventuras, esperanza, curro, mucho curro, dinero suficiente para salir adelante, ganas, más ganas, paciencia, un trabajo chulo y sobretodo mucha alegría.

Un saludo y por último, un temazo bueno bueno para empezar bien el año.

¡FELIZ AÑO NUEVO!