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La Bruja Blanca

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Eso era algo que Pluma ya sabía. Pluma sabe de todo lo que es necesario saber y era necesario en Inversa jubilar al Rey Blanco.

Cuando un mundo se revoluciona, los medios se hacen eco, las personas sufren y se manifiestan, las clases sociales se diferencian aún más que antes pero cuando un mundo fantástico se revoluciona, todo sigue igual a excepción de una cosa: El Secreto.

Hacía algunos trienios de color, como pasa el tiempo en un mundo al revés, llegó una niña pequeña con un vestido blanco que albergó todos los colores y los repartió por el mundo jugando con ellos. Así fue como la bondad de la infancia bañó de nuevo el mundo de lo opuesto. Los colores brillaban con más fuerza, el viento soplaba con más calma, las montañas se inclinaban para besar el mar en calma y las criaturas siguieron con sus vidas sencillas, mientras en una laguna esperaba el reflejo dormido de la revolución.

Hacía muchos decenios de color, un niño llegó a Inversa con una manzana en la mano, la cual se volvió del revés y desde entonces todas la imitaron. Allí descubrió la magia y dio a las criaturas poderes que sin magia no tendrían e imaginó cosas que sin la imaginación de un niño no existirían. Inversa siempre fue mágica pero no creativa. Eso sólo puede serlo un niño. Con el tiempo lo proclamaron rey y cuando ya hubo envejecido dejó de imaginar. Los colores siguieron brillando pero no con la misma fuerza, las montañas ya no querían besar el mar porque había embravecido y algunas criaturas mágicas comenzaron a parlamentar.

Aquel niño que mordía la dulce cáscara de las manzanas y tiraba el resto fue el Rey de un mundo sin control porque es lo que pasa con la imaginación que no puede parar una vez que la puerta se abre. Cada pulpa de cada manzana que el Rey tiraba, impregnaba el suelo de color carmesí y lo que antes era un césped de vivos verdes que cambiaban su tonalidad con cada estación, se transformó en un mar de hierba roja. Las hojas de los árboles la imitaron y hasta el cielo que era añil se volvió opaco.

De una laguna cercana, la superficie se agitó y una lechuza se acercó volando y comprobó lo que ya sabemos que aconteció: un destino, una bruja, una reina. Una transformación.

En secreto guardó aquellos conocimientos, hasta que el tiempo le mostrara la verdad pues aún no sabría a qué exactamente correspondería.

En mitad de su locura, el anciano Rey quiso imaginar que tocaba las nubes y que con ellas limpiaba el suelo pero cuán tarde llegaría, ya que sus ancianos dedos en ramas se vieron convertidos y destinado a observar las estaciones permaneció. Una manzana por corazón, le colocaron sus súbditos, que habían tomado la fruta como símbolo de su revolución. Aquella manzana que mordería NinaRi, para salvar a Inversa de su misma necedad pues era su edad adulta lo que la echaba a perder. De tal forma la niña quedó atrapada, o al menos parte de ella, en un mundo imaginario y su cuerpo, de edad adulta volvería a un mundo y un tiempo perdidos.

La montaña mostró a la Reina, la nueva Reina que era sabia y soñadora a la vez. Una Reina Blanca por la pureza de su inocencia y una Bruja Roja por el poder de su razón. La niña de los mil colores la habían llamado pero era todos y no era ninguno, era al derecho y era al revés, era buena y era mala, era todo a la vez.

¿Cuántos decenios pasarán hasta que una nueva niña vuelva a llegar?

bruja blanca

La Bruja Roja

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Quería que fuese un regalo de reyes, pero no he tenido tiempo. Igualmente, tomadlo como regalo de año nuevo: la segunda parte de «El Secreto», la precuela de la historia. Les recuerdo que me basé en el vídeo del anuncio del perfume Nina Ricci, que estas navidades lo han vuelto a poner y la canción me sigue enamorando. Y veo el anuncio y sólo puedo pensar: es mi NinaRi!

En fin, espero que les guste 🙂

LG-Monster3

Jodía mujer esta, es una risa!

LA BRUJA ROJA

NinaRi recortaba pececillos de papel en su habitación cuando entre el celofán y los folios de colores encontró papel de plata, pensó que el plateado daría un toque vivo a los pececitos para su fiesta de cumpleaños, que coincidía con la fiesta de «el pescado de abril». A NinaRi le encantaba decorar sus cumpleaños con pececitos de colores, así el festejo era más divertido y todos se hacían bromas.

Cogió las tijeras e intentó cortar el papel de plata. Se le daba bien cortar, no era como los otros niños de su clase, que dejaban los bordes comidos y desiguales pero aquel papel no cedía a la cuchilla de las tijeras. Le dio la vuelta: Una niña de alma apasionada liberará una tierra mermada. Las palabras brillaban muy juntas en el papel, con una caligrafía alargada que se retorcía en los extremos. «¡Será una broma!» pensó ella.

Escuchó un silbido dentro de su cabeza, que la llamaba entre soplidos «ven niña, niña del ArcoIris, ven y vuela conmigo, vuela«. Detrás, el espejito de su cómoda comenzó a brillar. Se acercó con la curiosidad imprudente y osada de los niños. Si aquello era una broma, era la mejor broma que había visto jamás.

Cogió el espejito pero no vio su reflejo, sólo vio un arcoiris que se marchitaba. De pronto todo fue oscuridad, escuchó un sonido tan fuerte que se acurrucó y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos pudo ver de nuevo como el arcoiris permanecía en el cielo mientras sus colores se derramaban como se derrama el agua de un vaso.

Enfrente una lechuza la miraba con ojos enormes y amarillos: «Por fin has venido, niña de los mil colores. Te llamas NinaRi ¿verdad? Ahora lo sé, lo sé porque estás aquí.»

«Y ¿dónde estoy?» se preguntó NinaRi, pero no se atrevió a decirlo, persona o animal, aquella lechuza era un desconocido. «Estás en Inversa, pequeña NinaRi, te he traído para que me ayudes.»

El ave hablaba, aunque no pronunciaba ningún sonido pero ella lo escuchaba en su cabeza. Pluma le explicó que Inversa era un mundo mágico, donde los colores tenían gran importancia, más incluso que respirar o comer. Pero uno de los colores quería resaltar sobre los demás, el rojo, o mejor dicho La Roja. Roja quería que toda Inversa fuese de su color y para ello empezó a esconder los colores debajo del cielo.

Pluma le indicó que sólo una criatura como ella, de todos los colores, podía sacar los demás colores y repartirlos.«Pero están debajo del cielo, no sé cómo llegar allí, ni siquiera puedo llegar a alcanzarlo». «Piensa en números NinaRi, si juegas con los números, los colores también querrán venir a jugar» contestó el ave.

En su colegio pintaba números en el suelo y jugaba a la rayuela con sus amigas pero necesitaba tizas de colores. De repente una suave brisa rozó su hombro, y flotando apareció una caja de tizas blancas. El viento de la necesidad siempre llevaba las cosas a donde eran necesarias. Así que pintó una gran rayuela en el suelo y NinaRi comenzó a jugar mientras Pluma silbaba una cancioncilla «tengo unas tijeritas que se abren y se cierran. Yo toco cielo, yo toco tierra…».

Poco a poco, la tiza blanca del suelo comenzó a cambiar de color, después del blanco vino el azul, después el amarillo, el naranja y el violeta, y finalmente el verde. La rayuela entera era de todos los colores del arcoiris y en las zonas donde se unían aparecieron colores nuevos.

Ya tenía los colores con ella pero ¿cómo repartirlos? Todo en aquel mundo le pareció muy divertido, así que se le ocurrió que lo mejor sería seguir jugando. Llevaba un vestido blanco con un cinturoncito rojo, a juego con la boina que esa mañana le había regalado su madre. Su madre… «¿se enfadará mamá si…? ¡No! No porque no lo mancharé ¡son colores!». NinaRi tenía una idea, una fantástica idea: se llevaría los colores en su vestido. Al arcoiris sólo le faltaba un color, el rojo, y en su vestido faltaban todos los demás.

Enseguida su vestido se volvió multicolor y Pluma alzó el vuelo: «sígueme amiga roja, amiga de mil colores». NinaRi comenzó a correr y cuando estuvo cansada apareció a su lado un caballo color berenjena, y la tomó en su lomo y cabalgó tan rápido que el tiempo se detuvo. Pero mientras corría, los colores se fueron esparciendo y poco a poco desaparecieron de su vestido hasta que fue blanco de nuevo. A su alrededor todo había recobrado sus colores: el cielo era celeste, el césped verde, el sol amarillo y naranja, las nubes blancas, rosadas, el gamo pardo, las flores de cientos de colores y lo que no había pérdido sus colores ahora brillaba con más fuerza.

«Ven niña, ven rápido» Pluma la esperaba bajo un manzano y le explicó que para acabar con la bruja roja tendría que masticar algo rojo, una manzana por ejemplo. Apareció a su lado el Lago Espejo, el que todo lo muestra pero no vio su reflejo. En su lugar había una muchacha, mayor que ella, con un vestido rojo y una boina roja, y una manzana en su mano. NinaRi la observó «es la Bruja Roja ¡muerde la manzana, date prisa!» ululó Pluma en su mente. NinaRi la mordió y el reflejo hizo lo mismo. Tragó y la acidez le raspó la garganta pero siguió mordiendo hasta que el reflejo desapareció del todo.

Había vencido, había devuelto los colores a Inversa y había acabado con la Bruja Roja. Después Clandestino le mostró su extraño país y conoció al Rey Blanco. Conoció a muchas fantásticas criaturas y antes de que terminara el día, NinaRi se cansó y durmió.

«Despierta mi pequeña NinaRi ¡hoy es tu cumpleaños!» mamá le traía el desayuno a la cama, como en todos sus cumpleaños: zumo natural, croissant, baghette con mermelada… y una boina roja envuelta en papel de regalo.

El secreto

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¡Hola, hola! Ya sé que tengo el blog… ¿abandonado? No, ¡ABANDONADÍSIMO! Pero tengo tantas cositas en esta cabecita loca, loca, loca con su loca realidad.

Bueno, hace algún tiempito me presenté al concurso de relatos hiperbreves (que es lo mío) Ma non troppo, y no gané, pero bonito fuera ganar en el primer concurso que me presento. Pero no hay mal que por bien no venga, y es que si presentaba el relato no podía estar publicado, y como el concurso ya terminó (Felicidades a los ganadores!! >Gran ovación<) pues ya puedo publicarlo ^^ (ay que ver, que triste mi vida que me alegro con cualquier cosa eh, que penca!) ¡Me alegra compartirlo con ustedes!

En fin, visitantes de Inopía, aquí les ofrezco con mi más sincera humildad «El secreto» que surgió tras ver (lo crean o no) el anuncio de Nina Ricci (de ahí el nombre del personaje del cuento, que me encanta!!), a esto le sumé después un estado que vi en Facebook, de una canción «Siempre quise ser gigante, rozar las nubes cuando subes y cambiar de ambiente. Notar el viento en el semblante, notarlo sonriente» ¿La canción? Ni repajolera de cuál es, pero yo me acordé del árbol del anuncio y dije «ya está! ya tengo la historia!» En el cuento está modificado pero es feo plagiar, plagiar es malo, los que plagian van al infierno, los plagios hacen llorar al niño jesús.

Pero qué tardo yo en buscarla? Naíta! Esta es (gracias google, fiel amigo): Rayden – Nunca será siempre

Uyyyys, y saben qué? ahora que la escuché creo que ya la había oído antes pero no es mi royo (ya saben, yo estoy enamorada de Of Monsters and Men). Me enrollo más que una persiana. Ya está. Sin más preámbulos. Mi último cuento: El secreto.

NinaRi y el rey árbol

El Secreto

El sol seguía saliendo por el este, el cielo era azul y el olor a petunias del parque seguía entrando por el balcón pero no, ese día no iba a ser como los demás.

            Recibió el primer mensaje hace nueve años y casi había logrado convencerse de que aquella aventura no había sido sino un sueño de la infancia pero ahí estaba, como aquella vez, un papel de plata pegado al espejo.

            Su madre se cansó de escuchar historias sobre una lechuza parlante y un mundo extraordinario donde un color era el gobernante. Ahora vivía con su padre y lo único que echaba de menos era la visión de la Torre Eiffel desde su habitación.

            Al Rey Blanco no le gustaba que le hicieran esperar así que dejó los recuerdos del pasado para otro momento y leyó la nota: “NinaRi, pequeña NinaRi, encuentra la manzana de rubí y sálvame”.

            Era increíble, dos recuerdos de Francia en un mismo día. Ahora la llamaban Nina a secas, sin esa ridícula ‘r francesa’ que le traía recuerdos de un divorcio, una madre incrédula y un sueño infantil sobre un mundo imaginario. No, no era imaginario, era real, fantástico pero real y ahora necesitaban de nuevo su ayuda.

            Dobló el papel de plata y lo metió en el bolsillo interior de su chaqueta, se colocó ante el espejo y miró su reflejo. No, si lo hacía, lo haría bien. Revolvió en su viejo baúl buscando aquel detalle tan francés que le regaló su madre antes de desaparecer durante una semana, cuando aún eran amigas.

            Se puso su boina roja y volvió frente al espejo. Tres palmaditas al corazón, tres golpes al espejo. Estaba preparada. Cerró los ojos y extendió el brazo. No había dudas, no había miedo. NinaRi regresaba a Inversa.

            Abrió los ojos, allí estaba de nuevo, puede que nadie tuviera conocimiento de aquel maravilloso lugar pero ahí, donde estaba, ella era la heroína de todos los tiempos. Alguien la saludó desde el cielo, era Pluma, una lechuza que lo sabía todo de lo que era necesario, es decir, no sabe de algo hasta que no es necesario, esa era su habilidad.

            “Bonjour, chère amie”. No había olvidado su idioma materno, su acento fue excelente. Le habría gustado hablar más con su vieja amiga pero el tiempo apremia y la luna no tardaría en esconderse. Extendió el papel de plata en el suelo, las letras se iluminaron y apareció ante ella el “Laberinto de lo Buscado”.

            Lo recordaba como un juego pero se había hecho mayor, no era momento de ponerse a jugar, tenía suerte de que Pluma la ayudara. La guiaba a un lado o a otro, hasta que al cabo de unas horas llegó al centro del laberinto. Un gran árbol blanco y un letrero “Quise ser gigante y rozar las nubes. Quise cambiar de ambiente y favor no tuve”.

            “Es el Rey Blanco, la Bruja Roja lo transformó en árbol y desde entonces, perenne, observa las estaciones” ululó Pluma en su mente. Comprendió que la manzana de rubí era el corazón del rey pero ¿dónde encontrarlo?

            Llamó a Clandestino, su caballo, su amigo, su fiel montura. Su habilidad era detener el tiempo y así fue hasta que llegaron al Monte Sincero “¡Muéstrame montaña, dónde está la manzana!”.

            Se vio a sí misma con ocho años mordiendo una manzana de Inversa: blanca la cáscara, roja la pulpa. Era ella, con un rubí por corazón, héroe y bruja a la vez, cuya alma de niña quedó atrapada en un mundo extraño que ahora quería gobernar.

            Así fue como se detuvo el tiempo en Inversa, y eso era algo que Pluma ya sabía.

[Mola la canción]