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Finalista

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Tengo el placer de decirles que uno de mis cuentos, éste en concreto: Princesa de las Flores, ha quedado finalista en el concurso La cesta de las palabras. Y me da igual no ganar porque ser finalista ya es un logro eje eje

pony en el campo

La Chica Dragón

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Estos días he estado malilla con fiebre, dolor de garganta y blabla… el que no se ha enterado es porque no me sigue en fb o twitter porque mira que me pongo pesada cuando estoy mala, ¡odio estar mala! es tan aburrido… Pues el otro día no podía dormir y ¿qué hago yo cuándo no puedo dormir? Me cuento un cuento ^^ pero era de madrugada y no era plan encender la luz y ponerse a leer, así que hice lo mismo que hacía de pequeña (y de vez en cuando con LEDLT de mayor) me inventé mi propio cuento.

Bueno, no sé si saben que estoy leyendo Juego de Tronos y al mismo tiempo estoy viendo la serie, que ya se me adelantó al libro ¡va rapidísimo! Y tengo tres personajes favoritos, uno de ellos es Daenerys Targaryen, como no, la delicada princesa que al final sorprende a todos siendo valiente, como mi Princesa de las Flores. Pues pensando en Dany imaginé cómo podía ser de la sangre del dragón, dónde estaba el origen porque yo si no le doy mil vueltas a las cosas y no busco explicaciones razonables de todo (hasta de lo que se sale completamente de lo razonable) pues como que no me quedo tranquila.

daenerys

Vale, digamos que esta es mi teoría de los primeros Targaryen, todo empezó con una chica y un dragón.

La Chica Dragón

Sucedió hace cientos de años en un  lugar extraño un suceso extraño. Fue en un valle áspero, de tierra rojiza y aire cargado, bien protegido de males ajenos, rodeado de volcanes dormidos que muy de vez en cuando soltaban una bocanada oscura de sus pulmones de azufre. Sus habitantes andaban descalzos con callosidades en los pies, negros, quemados por el calor, y a pesar del fuego no sentían el calor, los niños allí nacidos tenían la piel dura que rara vez se rasgaba o arañaba. La gente era fuerte como escamas de dragón.

En una extraña noche, donde la luna no era más que un anillo de luz con fondo oscuro e interior oscuro, la reina dio a luz un huevo. El huevo era dorado, de dos palmos de diámetro, tenía incrustaciones de escamas plateadas y brillaba como una hermosa joya. Supieron en seguida que se trataba de un huevo de dragón, leyendas había muchas sobre aquellas criaturas pero jamás se había vuelto a ver ninguna y por respeto o por miedo fue conservado entre almohadones en una sala del castillo, pero como el suceso fue tan extraño nadie habló de él.

Pasaron algunos meses, en los que el huevo fue olvidado en aquella alejada sala a la que nadie entraba pero en un amanecer rojo como la sangre un volcán explotó y mientras los habitantes del reino sacaban agua de los pozos subterráneos para apagar la ira del fuego, empezó a arder el ala oeste del castillo, allí se encontraba el hermoso huevo dorado.

Una vez se calmó el volcán, el fuego pudo ser controlado y la reina corrió a descubrir el destino de su hermoso huevo. La habitación entera había ardido y el pasillo se había teñido de negro carbón, la reina cogió entre sus manos el huevo, que ya no era dorado sino negro, oscuro y feo, temieron la ira del dragón y que éstos volvieran pero algo extraño sucedió. La cáscara comenzó a romperse, de su interior eclosionó una niña pequeña, rubia de ojos claros con la piel tersa y fina, al ponerla en el suelo comenzó a llorar y vieron quemaduras en sus pies. No era hija del Valle de Fuego, no aguantaría el calor.

A pesar de todo, seguía siendo la niña del huevo y la hija del rey, aunque fuera desde las alturas, el trono le correspondía, así que construyeron para ella una alta torre, que sobresalía por encima del más alto volcán y allí el aire era puro y limpio.

Unos años después llegó la desgracia, el volcán volvió a explotar y esta vez lo siguieron todos los demás. El valle quedó cubierto de lava y sobresalía en medio de aquel espeso mar, una torre. La princesa lloraba: qué sería ahora de ella, quién la iba a cuidar. Para colmo de sus males, volvieron los dragones. Ella conocía las viejas historias, su madre se las había contado, eran feroces criaturas que escupían fuego por sus fauces y ningún temor tenían, pues su magia los protegía.

Pasaron varios días en los que ni siquiera salió de su cama, había sentido a un dragón posarse en su tejado y lo había visto surcar el cielo con sus alas negras. En alguna ocasión éste asomó la cabeza y rugió a la princesa pero apenas cabía ni la mitad de su boca por la ventana. Sus colmillos eran terribles, oscuros también, salvo su lengua que era violeta y los ojos de carmesí, todo el dragón era la misma noche.

En uno de esos días, la princesa apreció un patrón, el dragón volvía por las noches, gruñía por su ventana y luego se iba, cuando volvía la miraba, aparecía su gran ojo y la observaba, después se iba y desde el tejado gruñía de nuevo hasta que se dormía. Poco a poco, la princesa dejó de tenerle terror, se asomaba a la ventana e incluso le hablaba al dragón y los patrones siempre se repetían. No le hacía daño e incluso parecía que la fiera le sonreía.

Comenzó a acariciarlo, éste se dejaba acariciar y aunque había más dragones, éstos la ignoraban. El Dragón Negro les rugía y desaparecían, o trazaban círculos en el cielo, o envolvían la torre de nubes, o cantaban mirando la luna. Y fuera como fuese, comenzó a amar a los dragones y los comprendía. Se atrevió en una de esas a lanzarse al vacío y su dragón fue a su encuentro, la recogió en su espalda y surcaron el cielo. Poco a poco comenzó a descender y ella temió el fuego pero la lava estaba fría y lisa, su tacto fue suave y el único calor lo produjo el sol, a su alrededor se posaron los dragones: uno era rojo con los ojos anaranjados, otro púrpura con alas rosadas, otro era verde con reflejos amarillos, había también un dragón azul, otro plateado, un dragón dorado pero ninguno era negro. Todos inclinaron la cabeza ante ella y para su asombro, apareció un joven con el cabello oscuro como la noche.

Cientos de años atrás habían quedado desde que los dragones abandonaron el valle y el motivo había sido el nacimiento de un niño. Una fría mañana, los volcanes se habían dormido y una dragona dio a luz un niño.

daenerys dibujo

Al final me ha salido un cuento… un poco largo pero ¡me encanta! Sino me encantan mis cuentos los cambio o no ven la luz, así que más vale que me encanten. En fin, espero que a ustedes también les encante. Termino con una canción de mis queridos «Of Monsters and Men» (pondría siempre la de King and Lionheart pero no quiero que me llamen cansina).

Dibujando se hace el dibujo

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Pues no dicen que cuando una puerta se cierra otra se vuelve a abrir, óiganle que me avisen si ven una puerta abierta que esta mañana fui a una entrevista, todo muy bonito, todo muy weno pero me dijeron que no :/ vaya hombre, vaya… Una puerta que se me cierra pero espera espera, que hay puertas cerradas que se vuelven a abrir tarde o temprano, esta no era la mía, no estaba pa mi, pero otra habrá que la pille yo medio abierta, le trinco el pie antes de que cierre y ahí me trinco yo, y no hay quien me mueva ¿qué se apuestan?

Bueno, al mal tiempo buena cara y ésta es una oportunidad de muchisísimas!! Lo malo es que no me hayan dicho porqué yo no (que me encanta a mi un porqué por favor, me los comía con papas!) porque sino sé lo que hago mal, difícil va a ser mejorarlo! En fin, que me dejo de royos, que al final va a parecer que me amargo.

Hoy les traigo un post de dibujo, de cómo dibujar pero a ver, me lié y ustedes me van a perdonar, pero es que empiezo y no acabo y entonces, cuando me di cuenta, pues ya había terminado.

Este es el dibujo final escaneado:

Earen & Lindaie

Ahora pensarán: «quién se creerá la flipada ésta para enseñar a dibujar si su dibujo es un coñ*» A ver!! Paren el carro!! Que ya sé que no soy la máxima pro dibujando pero hay quien sabe menos y tenemos que compartir sabidurías para que este mundo sea más lindo! Maná de egoístas… Yo me defiendo dibujando y voy a explicar cómo lo hago.

1º) Observo el folio e imagino el dibujo en él. Como Miguel Ángel cuando «sacaba» la escultura del bloque de mármol, ustedes tienen que ver el dibujo en el folio y luego trazarlo con lápiz, como si lo estuvieras calcando porque lo ves en tu mente. Bien, a mi me sirve mucho cerrar los ojos, en silencio e imaginar el dibujo, primero como algo real y luego transmito la realidad a un papel, todo imaginario. Imagino los pliegues de la ropa, la longitud de su cara, la postura del cuerpo (últimamente me ha dado mucho por los contrapostos), todo el resultado final que queremos.

2º) Comienzo a realizar el dibujo a lápiz (yo sólo puedo dibujar a lápiz, pero cada uno usa el material con el que se siente más cómodo). No siempre queda como lo he imaginado, pero se trata de eso, de ir mejorando con la práctica para que el dibujo sea cada vez más realista. Un consejo, si el dibujo no está tomando la forma que habías visto al principio: BORRA Y VUELVE A EMPEZAR. Te resultará más difícil dibujar otra cosa donde ya has visto un dibujo determinado, si tienes otra idea es mejor que la dejes para más tarde o te liarás. Yo he llegado a borrar dibujos muy avanzados porque no tenían la forma que quería. Pero no te rindas.

Este es el dibujo casi terminado (es una foto, así que me van a perdonar la mala calidad):

sin caras

3º) Reviso el dibujo. ¿Me gusta cómo está quedando? ¿Se corresponde con la idea inicial? Sí, continúo. No, borro y corrijo. Aquí no me gustó el vestido y el cabello de la chica de la derecha, así que lo borré varias veces hasta que quedó como quería. Realmente, muchas veces imagino una idea principal, que es la chica de la izquierda y después «veo» lo demás, que no suele quedar tan bien (para mi gusto al menos) porque digamos que es más improvisado. Pero cuando se agota una idea, es mejor dejarla lo mejor que puedas permitirte. Ya lo harás mejor.

Aquí ya tienen cara, detalles y mayor movimiento en el cabello:

con caras

De nuevo volvió a no gustarme la chica de la derecha y la corregí. Le cambie la cara y el vestido. Este es el resultado final, en foto, para que vean la diferencia entre el escaneado y la fotografía:

foto fin

Un detalle de las caras, que me cuestan muchísimo más que el resto del dibujo, eso y las manos son mi debilidad, tengo que mejorarlo. Por cierto, ya sé que tanto las posturas como las medidas de los cuerpos son desproporcionadas, pero la desproporción en dibujo y esculturas embellecen, no es algo nuevo que me he inventado, les invito a desproporcionar todo lo que hagan!

detalle caras fin

¡Que bonica me quedó la chica de la izquierda! La de la derecha la repetí tantas veces que al final la dejé así, con cara de maldad.

Bueno, ahora para terminar (y esperando que les sirva de ayuda esta especie de tutorial que hecho en un momentito) a mis lectores de mokuentos, les digo que estos dibujos son personajes de mi gran cuento (relato en realidad), cuento (o es novela?), he dicho cuento! (vale, cuento) LEDLT (y no diré qué significan esas siglas). Pero les adelanto, a la derecha y con vestido corto en violeta y amarillo abertura en la espalda y cuello alto les presento a Earen (tantarantan tantarantan) y a su izquierda con un vestido de diseño oriental en celeste y azul con detalles de flores superpuesto a un vestido corto violeta y lima todo con un cinturón de hilo rojo a su entrañable hija Lindaie (tirorintintin tirorintintin) Uhhh!!! el público estalla en jolgorio y alegría! uaaahhh! se oyen exclamaciones de la multitud! Guapa! Atrevida! Vente pa’ca, jaca!

Y ya está, me dejo de retahílas y locura y les dejo con una de las canciones que escuchaba mientras redactaba este post. ¡Hasta más ver!

¡Cada vez me gusta más este grupo!

Princesa de las Flores

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                 La princesa Anna vivía feliz en su castillo de piedra marmolada, hasta que un día las flores de los jardines comenzaron a secarse y a fallecer, algo realmente extraño pues se encontraban en plena primavera. Aunque lo verdaderamente extraño es que los pinos del bosque circundante también empezaron a morir y sus troncos se volvieron grises y apagados, ya no había vida alrededor, el palacio estaba rodeado de muerte y tristeza.

                Como los ganados ya no tenían de qué alimentarse, pronto la gente del pueblo también empezó a marcharse y el lugar se convirtió en una ciudad fantasma, ya nadie había en aquel reino que quisiera seguir allí. Algunos decían que la tierra estaba maldita.

                Como ya no tenían súbditos a los que gobernar, el rey y su princesita decidieron marcharse a otras tierras, cruzando la frontera al país colindante, con los que había buenas relaciones, esperando ser bienvenidos y poder quedarse allí hasta que Anna estuviera en edad casadera.

                El camino fue duro, caluroso y aburrido, no se encontraron ningún caminante, ni siquiera ladrones que quisieran asaltar el carruaje. Y cuan grande fue la sorpresa cuando al llegar, el paisaje estaba tan desolado como su mismo reino. Ni una brizna de hierba se abría paso entre la tierra seca y rasgada por el sol, incluso las piedras parecían más muertas y frías de lo normal.

                Los pocos guardias que seguían bajo la tutela del rey comenzaron a pensar que era él mismo y su sucesora los que estaban malditos, así que por la noche, cuando éstos dormían, se fueron lejos, donde la maldición no les alcanzase, llevándose los caballos y algunas provisiones.

                Perdidos como estaban y habiendo sido siempre servidos por sus vasallos, el monarca maldito y su heredera comenzaron un duro viaje a través de inclementes caminos, donde los ríos sólo eran un fino hilillo entre polvoriento suelo, y eso cuando el agua no era negra y turbia, negándose a beberla.

                Pronto, las fuerzas del anciano rey comenzaron a hacer mella en su aliento, y tenían que descansar cada cierto tiempo. La princesa Anna notó que sus manos se llenaban de callosidades por rebuscar en el suelo alguna baya o raíz que llevarse a la boca, y que su vestido estaba sucio y raído, ya no parecía una princesa.

                Como se pronosticaba, el rey falleció agotado, hambriento y sediento, y Anna pronosticaba su triste final si debía continuar el camino sola y desprotegida.

                Quedose allí sentada, sollozando durante tres largos días, bajo las inclemencias del tiempo, que terminaron de llevarse el poco brillo de su hidalga belleza. Contra todo pronóstico, el tiempo mejoró a lo largo del día, al borde del camino empezaron a surgir plantas, escuchó a lo lejos un riachuelo y el cielo recuperó su color celeste vibrante.

                Sintió una cálida sensación y se quedó dormida, pero cuando despertó, todo volvía a ser un desierto de muerte. Aturdida se levantó rápidamente y comenzó a buscar alguna señal de lo que había visto y oído: una flor, un charco, aun fuese un cuervo también.

                Algo la golpeó y volvió a sumirse en un profundo sueño.

              Despertó en un frondoso bosque, escuchaba cerca una cascada y pájaros que cantaban, notaba la hierba bajo su cuerpo y algunos rayos de sol que atravesaban la espesura. Pensó que habría muerto.

            Se incorporó y tenía fuerzas, el estómago lleno, un vestido nuevo y precioso, y su cabello estaba recogido en dos trenzas con cintas de colores. Confusa buscó alguien que le explicara lo que había pasado. Vio un caballo blanco de crines leonadas pastando cerca de un esplendoroso barbusano, su grandeza deslizó su mirada hacia la copa del árbol y entonces escuchó una voz agradable y ligera, como una brisa de verano.

             – Perdóname por hacerte daño, pero creí que sería más sencillo para ti aceptar el cambio de ambiente si despertabas de un desmayo.

                Anna volvió la vista al frente, miró a su alrededor, no había nadie, sólo el caballo la miraba fijamente.

                – No te asustes Anna, soy lo que estabas buscando, muchos sacrificios eran necesarios para que al fin pudiéramos encontrarnos. Estábamos  predestinados ¿lo sabías?

                Pensó que la falta de comida y bebida la habían vuelto demente, así que pensó que lo ideal sería comportarse como tal. Se remangó las faldas del vestido hasta las rodillas, se montó en el caballo y apretó los riñones del animal con sus pies.

                – ¡Eh princesa, no seáis descortés! Si deseabais montar, sólo teníais que pedirlo.

              Esa voz estaba en su mente y parecía ciertamente venir del caballo. Nuevamente oprimió los riñones del equino, sujetó su crin y las movió fuertemente conforme decía “arre”. La cabalgadura se encabritó haciéndola caer de trasero al suelo.

                   – ¡Ya está bien princesa! Si queréis decirme algo, usad vuestra mente o ¿el hambre os ha vuelto ignorante también?

              Anna entendió que, aunque fantasioso, lo que ocurría era muy real y tras una larga charla supo que aquel caballo blanco era un unicornio salvaje, de los pocos que no habían sido amuermados por el hombre para sus trabajos de granja, y que, desde que vino al mundo, la había estado buscando porque ella tenía el poder de imaginar las cosas más hermosas y él de hacerlas realidad, pero que no eran nada si no estaban juntos.

             Así que Anna imaginó su reino próspero de nuevo y a su padre cabalgando junto a ella, imaginó también que los caballos ya no eran caballos, sino unicornios como su compañero y amigo, y que todos podían comunicarse de alguna forma especial con un solo humano, creando un vínculo similar al que ella tenía con Albo.

              De modo que el reino más maravilloso era el de Anna porque junto a Albo, crearon un camino de flores de todos los colores, para que encontraran refugio todos los que como ella, alguna vez en el camino se perdieran.