Archivos Mensuales: julio 2012

Avedon

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Richard Avedon fue un reputado fotógrafo de moda y gran retratista estadounidense. Comenzó su carrera profesional en los años 1950 realizando espléndidos trabajos de moda para la revista Harper’s Bazaar, donde acabó convirtiéndose en Jefe de Fotografía. Posteriormente, habría de colaborar igualmente con otras revistas como VogueLife y Look. Sin duda alguna, fue el gran fotógrafo de la moda durante los años 1960 y 70. En sus trabajos consiguió elevar la fotografía de moda al rango de lo artístico, al conseguir acabar con el mito de que los modelos debían proyectar indiferencia o sumisión. Por el contrario, en sus fotografías los modelos eran personajes libres y creativos en sus gestos dentro de escenarios dinámicos y bajo esquemas compositivos previamente decididos.

Sus retratos, aparentemente sencillos pero profundamente psicológicos, de personalidades famosas y desconocidas posando frente a un inmaculado fondo blanco, muestran a un cuidadoso fotógrafo capaz de plasmar en papel fotográfico rasgos inesperados de los rostros de personajes de la envergadura de Truman CapoteHenry MillerHumphrey Bogart o Marilyn Monroe, entre muchos otros. Su método era sencillo pero efectivo, la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de hasta cuatro horas. Así desnudo, el retratado e indefenso era capaz de mostrar su personalidad más sincera.

Algo muy profundo subyace a lo largo de toda la obra de Avedon y, sin embargo, no siempre se ha acertado a concretar en los trabajos realizados en torno a su figura. Es una preocupación sincera, pero a veces elegantemente obsesiva. El tiempo, la vejez y sus tensiones, resulta ser el motivo fundamental en la obra de Avedon. Vemos en su arte cómo nos habla directamente del paso del tiempo y su influencia en el ser humano, y, cómo no, del camino hacia la muerte. Son esos retratos descontextualizados que aparecen ante la cámara sin maquillaje, fatigados o tristes, tal y como se encontraban en ese momento, los que claramente denotan esta inquietud. El final de su libro Portraits (1976), por ejemplo, culmina de forma tremenda pero magistralmente tratada con una serie de siete fotografías de su padre envejeciendo gradualmente hasta que parece haberse integrado en la luz que le rodea.

Tenesor Semidan

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En la entrada que publiqué el día de la festividad de Canarias, el 30 de mayo, publiqué la leyenda de la muerte de Doramas, y ahora que he estudiado el tema (en clase y con profesores expertos de la cultura Canaria) me doy cuenta de que hay varios errores en la historia publicada, que cogí de internet.

Así que ahora publico la realidad tal y como la he estudiado en la universidad:

Doramas era un guayre, un guerrero del guanartemato de Telde, de origen plebeyo (los trasquilados) y obtuvo mucha fama por su gran resistencia en la guerra contra los conquistadores. El señor que llevó a cabo la conquista de Gran Canaria fue Pedro de Vera (que sustituía a Juan Rejón), y Doramas lo retó a que se batieran en duelo pero Pedro de Vera mandó a uno de sus soldados, que fue fácilmente derrotado por Doramas. Viendo ésto, Pedro de Vera mandó a otro de sus soldados que sí consiguió herir a Doramas, pero que también cayó derrotado por éste. Cogiendo al guayre desprevenido, Pedro de Vera le clavó una lanza por la espalda, y expuso su cabeza en una lanza como si de un orgullo se tratara. Doramas fue vencido en la llamada «Batalla de Arucas».

La imagen, para que no lleve a confusión, sí tiene relación con la historia, y es que la muerte de Doramas mina los ánimos de la población aborigen, y consiguen tomar Gáldar, capturando a su jefe, el guanarteme Tenesor Semidán.

Tenesor Semidán era el guanarteme del guanartemato de Gáldar en épocas de la conquista, el último conocido por tanto, y tras ser atrapado por los castellanos y convertido al catolicismo fue bautizado como Fernando Guanarteme. Después volvieron con él a la isla para que ayudara a los castellanos a tratar con los aborígenes Canarios (así son llamados los de Gran Canaria, los guanches son sólo los aborígenes de Tenerife).

Fernando Guanarteme acude a la fortaleza de Ansite, donde quedan algunos de sus familiares y nobles, para hablar con ellos y rogarles que se rindieran : la princesa Guayarmina, la princesa Masquera, el faycan de Telde y Bentejuí, que estaba entonces al mando de los canarios (no quiere decir que fuese Guanarteme).

Los castellanos les habían prometido respetar sus costumbres y dejarles tierras si se rendían, al principio se cumple el pacto pero después no y poco a poco muchos aborígenes son convertidos en esclavos. Los castellanos les tenían rodeados, así que Bentejuí y el faycan se arrojan al vacío al grito de «Atis Tirma» (Viva la Montaña Sagrada). Esto último es lo que se representa en la escultura del parque Doramas.

Precioso ¿verdad? Toda la historia de la conquista de Canarias es así, con mucha muerte, mucha traición y esas cosas.

Sigue este enlace para ir al tema principal: 30 de mayo

AguaMarina

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Lobo y Yo

Ágil como el viento atravesaba la espesura, saltando con piernas fuertes entre las escarpadas laderas, y a su lado tenía siempre a Lomo Gris, el lobo solitario. Juntos eran incansables, recorrían cada día los rincones del bosque de secuoyas buscando la joya perdida, el zafiro de Emmargor.

Su misión era encontrar la gema para devolver al espíritu su forma corpórea y así, gobernar las aguas desde la tierra. Pero la gran guerra comenzaba a extenderse más allá de la llanura nevada, donde vivían los adoradores de la naturaleza. A esta tribu pertenecía AguaMarina, la mejor exploradora de la tribu de los Zaitsaced.

Cuando nació en una noche estrellada bajo la mirada de Praengh el protector, cuya alma descansa en la luna, los sabios sabían que su destino sería ser exploradora y dedicar su vida a la búsqueda del zafiro perdido.

AguaMarina cumplía ese otoño dieciocho años y Lomo Gris comenzaba a envejecer. Siempre había habido una exploradora del zafiro pero ahora era primordial encontrarlo, pues diferentes soldados de los pueblos lejanos habían llegado al poblado pidiendo ayuda, todos ansiaban la piedra para ganar la batalla. Era una gema poderosa, quien la poseyera gobernaría las aguas.

 Una tarde, recorriendo el sendero de un río, Lomo Gris comenzó a ladrar ciegamente y sin esperar a su compañera saltó al otro lado. Bajó la inclinada ladera empedrada, AguaMarina lo seguía con su mirada de halcón y pronto le dio alcance. Atravesaron la maleza, repleta de zarzas y hojarasca, formando heridas en su piel.
Escondido tras un entramado cañaveral descubrieron un enorme lago de aguas oscuras. En el líquido elemento brillaba la luna de su nacimiento, enorme y hermosa plata, y AguaMarina comprendió, recordando la vieja leyenda, que debía encontrar el zafiro y devolver la vida a los amantes. El océano y la luna se extrañaban.

Sintió algo en su interior que la provocó a zambullirse, buscando aquella gema, buscando el corazón azul de la deidad marina. Revolvía el fondo con ansiedad mientras se quedaba sin aliento. Lomo Gris aullaba pidiendo a la luna más luz, complaciéndole brilló como si de día fuera. AguaMarina pudo terminar su misión y arrastrándose hasta la orilla gritó, con el pedrusco en el puño:

– ¡Luna de argento! Te devuelvo a tu amante, disuelta en su sangre de lluvia te doy su corazón, que ahora sea ella quien te libere de la piedra que te encierra.

Y sin aire ni aliento ambos, lobo y muchacha, murieron. En gratitud, Emmargor le dio al lago el reflejo de los ojos de AguaMarina y desde entonces fue conocido como “El lago espejo”, mostrando a aquel que lograra encontrarlo la verdad dentro de su corazón con dudas. Y junto a él una enorme roca con forma de lobo aúlla a la luna, y su sombra espanta a todo aquel que sea impuro.

Las historias cuentan que en esa misma noche, muy lejos de allí, en las tierras del conflicto bélico, una forma humana apareció en los acantilados y una enorme ola limpió la tierra de todo el mal que la azotaba.

Si quieres conocer la leyenda de Emmargor y Praengh puedes leerla aquí: La Luna y el Océano